COMPRENSIÓN
ÉTICA DEL HOMBRE (VARÓN O MUJER)
La
comprensión ética del hombre tiene múltiples variables, en conformidad con las
corrientes
filosóficas y las doctrinas religiosas. En la visión de Rousseau (1712 1778),
la naturaleza humana es buena y la sociedad la corrompe. En la misma dirección
va el taoísmo, con Lao-Tsé (604-551 aC): la naturaleza humana es buena, y la
educación la corrompe. Y para Confucio (551-479 aC), el hombre superior comprende
la sabiduría de la vida; el hombre inferior comprende el lucro. Con todo, para
Hobbes (1588-1679), la persona humana nace mala y la sociedad la hace buena.
Pues el hombre es un lobo para el hombre. En la misma perspectiva pensaban los
legistas chinos del siglo IV aC: la naturaleza humana es mala, y sólo por la
fuerza puede ser subyugada. Según Sun-Tsé (siglo IV aC), la naturaleza humana
es mala, y necesita educación. En opinión de Mencio (371298 aC), la naturaleza
humana es buena, y debe ser perfeccionada por la educación. Para Locke (1632-1704),
la persona humana nace como “tabla rasa”: ni buena ni mala. Y esta es la advertencia
de Jesús: “Yo os envío como ovejas en medio de los lobos; sed, pues, prudentes como
las serpientes y sencillos como las palomas. Cuidado con los hombres” (Mt 10,
16-17). Por fin, Francisco de Asís no parte del juicio moral del hombre. No
parte del corazón del hombre; sino que comprende al hombre a partir de su
condición de creatura, que le confiere el estatuto de hermano de todas las
creaturas. Es lo que veremos en los tópicos siguientes.
COMPRENSIÓN
FRANCISCANA DEL HOMBRE
La
arqueología viva del Franciscanismo la encontramos en la experiencia viva de Francisco
de Asís y de la fraternidad primitiva, que determina y condiciona el contenido
y la expresión del pensamiento franciscano. En los pocos escritos de san
Francisco, especialmente en las Admoniciones, podemos leer e interpretar su
actitud fundamental, su comprensión de la persona humana y, consecuentemente,
las relaciones y los elementos fundamentales de justicia, paz y ecología. Su
modelo antropológico es el Hijo de Dios Encarnado, en una obediencia radical al
Padre, que se hizo hijo y menor, necesitado e indigente para amar y servir:
elemento iluminador de la Orden de los Hermanos Menores. Dios es el Señor, el
Absoluto, y el hombre no puede ser propietario absolutamente de nada. Sólo debe
hacer uso de las cosas, prestadas por la bondad y providencia de Dios. En sus
escritos, Francisco centra la idea antropológica en la filiación divina y en la
minoridad humana. Así se expresa: “Considera, oh hombre, a qué excelencia te
elevó el Señor, creándote y formándote según el cuerpo, según la imagen de su
Hijo amado y, según el espíritu, a su propia semejanza. Entretanto, las creaturas
todas que están debajo del cielo, a su modo, sirven y conocen y obedecen a su
Creador mejor que tú (...). ¿De qué puedes
gloriarte, entonces? (...). Pero de una sola cosa podemos gloriarnos: de
nuestras flaquezas (2 Cor 12, 5), y cargar cada día la santa Cruz de Nuestro
Señor Jesucristo”.
SOY FRANCISCANO DE CORAZÓN Y
CONVICCIÓN
La
“excelencia del hombre” (varón o mujer) pertenece a Dios, y se manifiesta por
la creación: creado más elevado que las demás creaturas. “Lo coronaste de
gloria y esplendor; le diste el mando sobre las obras de tus manos” (Sal 8,
6-7). Hecho, por la corporeidad, a imagen de Jesucristo, y por el espíritu,
hecho semejante a Dios. E, igualmente, redimido por Jesús. Al mismo tiempo, por
la creaturidad, el hombre es hermano de todas las creaturas, que “a su modo,
sirven y conocen y obedecen a su Creador”. Y más, la expresión máxima de la fraternidad
cósmica franciscana la encontramos en el Cántico de las Creaturas y en la propia
vida y experiencia diaria de Francisco de Asís. Y la “minoridad” del hombre,
que se revela en la miserabilidad y en el tejido de la maleza humana, pertenece
al propio hombre.
El humanismo
franciscano, más que una doctrina o sistema de pensamiento o una estructura y
organización socio-política es una comprensión de la vida, un estilo de vida,
un comportamiento y un modo de tratar y de comprender al mundo, a todos los
seres y a los otros. En verdad, es un humanismo real, que destaca las
relaciones interpersonales del hombre con todas las personas humanas, consideradas
fundamentalmente como personas, creadas por Dios y redimidas por Jesucristo: es
la fraternidad universal. Y destaca las relaciones fraternas del hombre con todos
los seres y entes, considerados fundamentalmente creaturas, y la fraternidad
cósmica.
La
comprensión franciscana del mundo y del hombre va más allá de las relaciones
con los
seres y entes en el sentido estético, romántico y político. Sobrepasa
igualmente al racionalismo y al discurso ideológico y ontológico. Por encima de
todo, la visión franciscana de la vida es una experiencia fraterna de la vida y
de la existencia personal y comunitaria frente a los hombres, los seres, las
cosas, frente a los acontecimientos y frente a Dios. Es una relación cara a
cara, inmediata -y concreta. Es una forma real e iluminada de vivir y convivir.
Es un modo vital de realizar la paz, la justicia y la ecología, como
experiencia y como perspectiva, como cultura y como utopía.
“La
relación franciscana con el tú, con la comunidad, con Dios, con la historia y
con
la
naturaleza no se reduce a una bella expresión y explicación fenomenológica
(...), sino que tiene una connotación mística de participación”. Pues el pensamiento
franciscano brota de una experiencia personal y comunitaria con Dios y con el
mundo. Con Dios, que se revela como Absoluto y Señor, como Bien y Sumo Bien, en
el orden de la vida, de la acción, de la contemplación y de la reflexión.
Responde a
las siguientes preguntas
1. ¿Cuál es la comprensión
humana del hombre (Varón o mujer) por parte del seráfico Padre San Francisco de
Asís?
2. ¿Qué es el humanismo
Franciscano?
3. ¿Qué dicen las
corrientes filosóficas respecto al hombre?
4. ¿En que radica el modelo antropológico del hombre con respecto
a Dios?
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