lunes, 19 de mayo de 2014

6° "Fundación de las damas Pobres"


Co-fundadora de la Orden de las Damas Pobres, o Clarisas, y primera abadesa de San Damiano; nacida en Asís el 16 de julio de 1194; fallecida en la misma localidad el 11 de agosto de 1253. Era la hija mayor de Favorino Scifi, conde de Sasso-Rosso, representante acaudalado de una antigua familia romana, a quien pertenecía un gran palacio en Asís y un castillo en las faldas del monte Subasio. Eso es, al menos, lo que cuenta la tradición. Su madre, Bta. Ortolana, pertenecía a la noble familia de los Fiumi y destacaba por su celo y piedad. Desde sus primeros años Clara parecía dotada con las más raras virtudes. Ya de niña era muy aficionada a la oración y a la práctica de la mortificación, y cuando alcanzó la adolescencia su repugnancia por el mundo y su ansia de una vida más espiritual se incrementaron. Cuando Clara tenía dieciocho años, San Francisco acudió a la iglesia de San Giorgio de Asís para predicar durante la cuaresma. Las palabras inspiradas del Poverello encendieron una llama en el corazón de Clara. Fue a buscarle en secreto y le suplicó que la ayudara a vivir también "según el modo del Santo Evangelio". San Francisco, que enseguida reconoció en Clara una de esas almas escogidas destinadas por Dios para grandes cosas, y que indudablemente previó también que otras muchas podrían seguir su ejemplo, prometió ayudarla. El Domingo de Ramos, Clara, engalanada, asistió a Misa Mayor en la catedral, pero cuando los demás se acercaron hacia el pretil del altar para recoger un ramo de palma, ella permaneció ensimismada en su sitio. Todos los ojos se posaron sobre la joven. Entonces, el obispo descendió del altar y le colocó la palma en su mano. Esta fue la última vez que el mundo contempló a Clara. Aquella misma noche abandonó secretamente la casa de su padre por consejo de San Francisco y, acompañada por su tía Bianca, se dirigió a la humilde capilla de la Porciúncula, donde San Francisco, tras cortarle el cabello, la vistió con una basta túnica y un grueso velo. De esta forma, la joven hizo voto de servicio a Jesucristo. Era el 20 de marzo de 1212. Clara fue instalada provisionalmente por San Francisco con las monjas benedictinas de San Paolo, cerca de Bastia, pero su padre, que esperaba para ella un espléndido matrimonio, y que estaba furioso por su huida secreta, hizo lo posible, al descubrir su retiro, para disuadirla de su proyecto, e incluso trató de llevarla a casa por la fuerza. Pero Clara se sostuvo con una firmeza por encima de la propia de su edad, y el conde Favorino se vio finalmente obligado a dejarla. Pocos días más tarde San Francisco, con el fin de proporcionar a Clara la gran soledad que deseaba, la transfirió a Sant'Angelo in Panzo, otro monasterio de benedictinas en una de las faldas del monte Subasio. Aquí, a los dieciséis días de su huida, se le unió su hermana Inés, de la que fue instrumento de liberación frente a la persecución de sus furiosos familiares. Clara y su hermana permanecieron con las monjas de Sant'Angelo hasta que junto con otras fugitivas del mundo fueron establecidas por San Francisco en un tosco alojamiento adyacente a la pobre capilla de San Damián, situada fuera de los muros de la ciudad, construido en gran parte por sus propias manos, y que había obtenido de las Benedictinas como morada permanente para sus hijas espirituales. De este modo fue fundada la primera comunidad de la Orden de las Damas Pobres, o Clarisas, como llegó a ser conocida esta segunda orden de San Francisco.
tos� g e 8 7 �5 sonido metálico de las espadas que chocaban entre sí. Son tristeza, Francisco le dijo a sus hermanos:

— Vámonos. Nosotros no estamos hechos para permanecer en medio de las guerras. El sultán le concedió libre paso por Siria, sin que pague tributos a las autoridades musulmanas. Los hermanos que se quedaron en aquellas zonas, y en especial en Tierra Santa, se volvieron fieles custodios de los lugares que presenciaron la existencia de Cristo, por ellos, actualmente, les están confiadas 180 santuarios o iglesias, 78 conventos, 58 parroquias y numerosas escuelas y obras sociales.
ly: A� w - t (37 �5 o-bidi-font-style:italic'>4. ¿En qué se diferencia la actitud de los primeros franciscanos con la de los conquistadores?

5. ¿Por qué los nativos encuentran en la Iglesia la mejor defensa de sus derechos, y el sentido trascendente de su existencia?
6. ¿Crees que la labor de los misioneros de ayer continua con esa misma sensibilidad hoy en este mundo necesita de una nueva evangelización?

7. ¿A qué se debe que no haya vocaciones misioneras? ¿Qué puedes hacer tú?

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