lunes, 19 de mayo de 2014

2° ESM "Santa María de la Porciúncula"

Cómo, cambiado el vestido, repara la iglesia de Santa María de la Porciúncula, y, oído el evangelio, deja todas las cosas y se confecciona el hábito para sí y sus hermanos Entre tanto, el santo de Dios, cambiado su vestido exterior y restaurada la iglesia ya mencionada, marchó a otro lugar próximo a la ciudad de Asís; allí puso mano a la reedificación de otra iglesia muy deteriorada y semiderruida; de esta forma continuó en el empeño de sus principios hasta que dio alma a todo. De allí pasó a otro lugar llamado Porciúncula, donde existía una iglesia dedicada a la bienaventurada Virgen Madre de Dios, construida en tiempos lejanos y ahora abandonada, sin que nadie se cuidara de ella. Al contemplarla el varón de Dios en tal estado, movido a compasión, porque le hervía el corazón en devoción hacia la madre de toda bondad, decidió quedarse allí mismo. Cuando acabó de reparar dicha iglesia, se encontraba ya en el tercer año de su conversión. En este período de su vida vestía un hábito como de ermitaño, sujeto con una correa; llevaba un bastón en la mano, y los pies calzados. Pero cierto día se leía en esta iglesia el evangelio que narra cómo el Señor había enviado a sus discípulos a predicar; presente allí el santo de Dios, no comprendió perfectamente las palabras evangélicas; terminada la misa, pidió humildemente al sacerdote que le explicase el evangelio. Como el sacerdote le fuese explicando todo ordenadamente, al oír Francisco que los discípulos de Cristo no debían poseer ni oro, ni plata, ni dinero; ni llevar para el camino alforja, ni bolsa, ni pan, ni bastón; ni tener calzado, ni dos túnicas, sino predicar el reino de Dios y la penitencia, al instante, saltando de gozo, lleno del Espíritu del Señor, exclamó: "Esto es lo que yo quiero, esto es lo que yo busco, esto es lo que en lo más íntimo del corazón anhelo poner en práctica". Rebosando de alegría, se apresura inmediatamente el santo Padre a cumplir la doctrina saludable que acaba de escuchar; no admite dilación alguna en comenzar a cumplir con devoción lo que ha oído. Al punto desata el calzado de sus pies, echa por tierra el bastón y, gozoso con una túnica, se pone una cuerda en lugar de la correa. Desde este momento se prepara una túnica en forma de cruz para expulsar todas las ilusiones diabólicas; se la prepara muy áspera, para crucificar la carne con sus vicios y pecados; se la prepara, en fin, pobrísima y burda, tal que el mundo nunca pueda ambicionarla. Todo lo demás que había escuchado se esfuerza en realizarlo con la mayor diligencia y con suma reverencia. Pues nunca fue oyente sordo del Evangelio sino que, confiando a su feliz memoria cuanto oía, procuraba cumplirlo a la letra sin tardanza.

1. ¿Qué mensaje comprendió San Francisco del evangelio que escuchó en la iglesia?
2. ¿Qué exclamó San Francisco al comprender el evangelio?
3. ¿Qué dejó en el suelo San Francisco después de escuchar el evangelio?
4. ¿Qué características tenía el hábito que se elaboró San Francisco?

5. Ilustra el hábito Franciscano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario