lunes, 1 de mayo de 2017

San Francisco y Sta. Clara de Asís

STA. CLARA DE ASÌS
Clara nació en 1194, siendo bautizada en la catedral de San Rufino. De su madre, Clara aprendió los primeros rudimentos de la fe, la compasión por los pobres y el gusto por la vida de piedad y de oración. Muy pronto comenzó a privarse de alimentos para darlos a los pobres y, aunque lo hacía en forma oculta, la noticia de su bondad se extendió a todo el pueblo. Es difícil determinar la época del nacimiento de la vocación de Clara. Según su biógrafo, la vocación de Clara está ligada al hecho de "haber oído hablar a Francisco, ya famoso, que, como hombre nuevo, renovó el camino de la perfección, ya que ésta había desaparecido del mundo". En el domingo de Ramos de 1212, Clara fue a la Catedral para las ceremonias litúrgicas. Absorta en sus oraciones, no se dirigió al obispo para buscar su ramo. El obispo, entonces, descendió de las gradas del presbiterio y fue hasta Clara, depositando el ramo en sus manos. Aquella misma noche, de acuerdo a lo convenido con Francisco, Clara huyó de la casa, y dirigiéndose a la Porciúncula.

SAN FRANCISCO DE ASÍS
Nació en Asís (Italia), el año 1182. Después de una juventud disipada en diversiones, se convirtió, renunció a los bienes paternos y se entregó de lleno a Dios. Abrazó la pobreza y vivió una vida evangélica, predicando a todos el amor de Dios.


Su padre, Pedro Bernardone, era comerciante. El nombre de su madre era Pica y algunos autores afirman que pertenecía a una noble familia de la Provenza. Tanto  el padre como la madre de Francisco eran personas acomodadas. Pedro Bernardone comerciaba especialmente en Francia. Como se hallase en dicho país cuando nació su hijo, las gentes le apodaron "Francesco" (el francés), por más que en el bautismo recibió el nombre de Juan. En su juventud, Francisco era muy dado a las románticas tradiciones caballerescas que propagaban los trovadores. Disponía de dinero en abundancia y lo gastaba pródigamente, con ostentación. Ni los negocios de su padre, ni los estudios le interesaban mucho, sino el divertirse  en cosas vanas que comúnmente se les llama "gozar de la vida". Sin embargo, no era de costumbres licenciosas y acostumbraba a ser muy generoso con los pobres que le pedían por amor de Dios.

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