Los
retos que platea el Franciscanismo son: el celo por las cosas de Dios, la
pasión por el Evangelio, la itinerancia, el reto del miedo, la pobreza, la
aceptación a la muerte como algo natural, el reto natural de la paz y el reto a
la no violencia activa. El franciscano no pretende cambiar el
sistema, sino aportar su grano de arena a la nueva sociedad de la fraternidad,
al sueño primero de Jesús de Nazaret y de sus seguidores Francisco y Clara.
RETOS A LA ESPIRITUALIDAD FRANCISCANA
Uno
de los grandes retos del Franciscanismo de hoy es asumir la itinerancia, como
un elemento de nuestra espiritualidad. ¿Qué es la itinerancia? Viene de
la palabra latina iter que
significa “camino”: andar de camino, estar siempre dispuesto al cambio. Es una
especie de actitud interior que le lleva a uno al convencimiento de que el
mundo es su casa, la familia humana la suya, la creación su hermana.
Francisco nos pide tener una actitud positiva, de apertura, de acogida para lo
que pasa y lo que nos pasa. Esta actitud es lo que llamamos itinerancia.
El reto de controlar el miedo para que brote la esperanza
El miedo es un
sentimiento que se basa en el desconocimiento; se teme aquello que
se ignora. No es fácil controlar el miedo, vivir en valor y fortaleza.
El
Evangelio está hecho para ahuyentar miedos, Jesús no se canse de decir a los
suyos: “No tengáis miedo” (Mt 10,26-31; Mc 4,40).
Francisco
de Asís es una persona que ha llegado a controlar sus miedos porque ha mirado
al otro como hermano, no como enemigo que acecha a la puerta. Francisco ha
logrado superar el miedo porque ha eliminado de su vida todo juicio
condenatorio sobre las personas, porque no ha tratado nunca con desdén a nadie,
porque ha controlado el afán de apropiarse del otro, porque ha conseguido
sobrepasar las meras apariencias de las personas para ver qué hay más allá de
ellas descubriendo el rostro de una persona amable a quien era necesario
acoger, amparar, abrazar (El encuentro con el leproso).
Francisco
soñó una pobreza que no era mero empobrecimiento sino fuente de riqueza. Su
alma de pobre creyó que por ese camino se llegaba derecho al corazón del
Evangelio y a la verdad de la persona. Por eso sus sueños de la pobreza no son
amargos, sino animadores. Soñó una Iglesia distinta que sabía recuperarse de
sus evidentes ruinas, en la que el Evangelio fuera el centro y la persona de
Jesús el mayor anhelo.
El reto de aceptar humanamente a la hermana muerte
La manera como la
cultura occidental sigue entendiendo la muerte es muy histérica: muere una
persona joven y nos conmovemos, muere un anciano y decimos que cuando quiera
era hora; muere alguien de accidente y nos estremecemos, muere uno en su cama y
nos parece normal; muere alguien de dura enfermedad y nos sobrecogemos, muere
alguien de muerte “natural” y nos parece lógico. Francisco insistió en
que el médico le dijera la situación real de su salud. Y cuando le dijo que le
quedaban pocos días de vida, él exclamó: “Bienvenida
sea mi hermana la muerte”. Cuando Francisco llama “hermana” a
la muerte desvela la realidad de una persona totalmente pacificada por dentro,
capaz de asumir su último trance como algo valioso y positivo, como culminación
de su vida y como paso a su plenitud.
El reto de la
no-violencia activa
Debemos
ser portadores siempre de paz y de bien. Una manera de contribuir a hacer
realidad este ideal es el ofrecer una alternativa de paz y de no violencia empezando
por nosotros mismos para poderla irradiar a los demás
Responde a las preguntas
1. ¿Cuáles
son los principales retos que plantea el Franciscanismo?
2. ¿Qué es
la itinerancia?
3. ¿Qué
dice San Francisco respecto al miedo?
4. ¿De qué
manera se puede controlar el miedo?
5. ¿Cómo
debemos asumir el reto de la no violencia activa?
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