Kerigma es una
palabra griega que se refiere al primer y fundamental anuncio de Cristo
Salvador. Dicho anuncio consiste en proclamar con gozo y valentía que aunque el
ser humano se separó muy pronto de su creador, Dios nos ama entrañablemente a
cada uno, de manera que nunca desapareció para la humanidad la esperanza, a
pesar de que muchas veces, en este mundo, todo aparezca oscuro y triste.
Jesucristo, Dios y
hombre verdadero, ha pagado por nuestros pecados con su muerte en la cruz, y
resucitó venciendo la muerte y el pecado. Jesucristo está vivo y presente en
medio de nosotros aquí y ahora.
Ante la primera
predicación de Pedro, los judíos le preguntaron:- ¿Qué tenemos que hacer,
hermanos? A lo que Pedro contestó: -Convertíos y que cada uno de
vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros
pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo (Hch 2, 37-38).
De manera que si te arrepientes, crees en Él y te
bautizas en Su Nombre, obtienes perdón de los pecados y vida nueva. Es como un
nuevo nacimiento (Jn 3,15): Una vida sobrenatural, divina que no tiene fin.
Estas palabras del kerigma, con la fuerza del
Espíritu Santo, tienen el poder de mover los corazones, llevar a la conversión
y propiciar la adhesión total a Jesucristo y a la comunidad de creyentes.
¿Por qué se hace necesario enfatizar el kerigma
entre nosotros? Porque la Iglesia en los países católicos ha estado
presuponiendo, por demasiado tiempo, que todos los fieles ya conocen estas
verdades. Se supone que la fe de todos los católicos es una respuesta
consciente y personal a dicho anuncio de salvación en Cristo. Esto es falso.
En la práctica observamos que muchos católicos no
han escuchado nunca este mensaje con claridad y, por tanto, no han tenido hasta
ahora un encuentro personal con Jesucristo vivo.
Por eso el cristianismo de muchos católicos es
superficial y rutinario. Es mediocre: ni frío ni caliente. No han experimentado
una verdadera conversión, un cambio de vida. No han descubierto la novedad que
Cristo trae a nuestras vidas. En realidad, muchos de nosotros vivimos como
paganos.
Nada extraño que cuando uno de estos católicos
escucha el kerigma de boca de un pastor protestante, cree que debe abandonar la
Iglesia Católica. Pero si escuchara con claridad el kerigma en la única
verdadera Iglesia de Jesucristo, comprendería que el mismo Jesucristo, único
Salvador, nos dejó también la Eucaristía, el Sacerdocio, y la piedad Mariana.
A propósito, ¿dónde
te encuentras tú en este proceso de conversión?
Contesta a las siguientes preguntas
1. ¿A qué se refiere la palabra Kerigma y cuál es su origen?
2. Qué dice Juan 3:16, respecto al hombre?
3. ¿Qué respuesta dio San Pedro ante la pregunta: tenemos que hacer,
hermanos?
4. ¿Qué sucede si una persona se arrepiente y se bautiza en el nombre de
Dios?
5. ¿Por qué se hace necesario enfatizar el kerigma entre nosotros?
6. ¿Que poder tiene la fuerza del Espíritu Santo?
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