El proceso de conversión de San
Francisco fue largo, y en él se inserta esta oración. El Señor lo iba
conduciendo mediante acontecimientos sucesivos por caminos que Francisco no
acababa de entender ni sabía a donde le llevaban. Su gran preocupación era
conocer la voluntad de Dios, saber lo que el Altísimo le pedía, y acertar el
rumbo que debía emprender, para lo que recurría a la oración. Un día en que
paseaba junto a la iglesia de San Damián, llevado del Espíritu entró en ella y
se puso a orar fervorosamente ante la imagen del Crucificado, que piadosa y
benignamente le habló así: «Francisco, vete, repara mi casa, que, como ves, se viene del todo al
suelo». La mayoría
de los testimonios de los manuscritos dice que fue entonces cuando Francisco
recitó esta oración como respuesta al mandato que acababa de recibir. Es sencilla y muy breve,
recoge sus sentimientos más fuertes en aquella hora bendita. «La primera
oración compuesta por Francisco que nosotros conocemos es una oración muy
corta. Se remonta a su tiempo de búsqueda y de lucha (años 1205-1206). Se la ha
llamado la “oración de la hora de la conversión”». Así mismo en estas breves líneas pronunciamos
su misma oración, a fin de poder ver al Señor como Francisco: en la fe de la
Iglesia, estando siempre disponibles y confortados con su generosa prontitud
ante la misión encomendada. Tenemos acceso a la formulación fidedigna de la
oración. Está redactada en un italiano arcaico, incluso rudimentario. Para nosotros
posee el inestimable valor de poder acceder a las palabras mismas de Francisco,
tal como fueron dichas en su tenor original. Fue traducida muy pronto al latín,
«a fin de que, con vistas a un mayor provecho, pudiera ser entendida en toda la
tierra». El contenido de la oración encaja perfectamente en
las circunstancias del acontecimiento. Pero es de lo más normal que, en sus
largas horas de oración buscando los caminos del Señor, el joven Francisco le
pidiera que Su luz disipara sus tinieblas, y que las virtudes y los frutos del
Espíritu le permitieran conocer y cumplir, sin demora ni tergiversación, la
voluntad de Dios. Ciertamente, esta oración, en su densa brevedad, puede ser la
oración de multitud de cristianos.
“ORACION ANTE EL CRUCIFIJO DE
SAN DAMIAN”
¡Sumo y glorioso Dios¡ ilumina
las tinieblas de mi corazón. Y dame fe recta, esperanza cierta y caridad
perfecta, sensatez y conocimiento, Señor, para que haga tu santo y veraz mandamiento.
Amén.
ACTIVIDAD
Analiza, Reflexiona y Responde:
1. La presencia de Francisco en
San Damián, responde a una exigencia dentro de su proceso vocacional:
- ¿Cuál
era la gran preocupación de Francisco cuando llega a San Damián
- ¿Cuándo
Francisco Recitó la Oración al Crucifijo de san Damián?
- A qué
tiempo se remota la Oración al Crucifijo de san Damián?
- ¿Has
sentido tú también dicha exigencia?
- ¿Cómo
se ha manifestado?
Escribe la frase de la oración
que más te agrade y explica ¿por qué?
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